Buscando al tendero ilusionado

Será que me hago viejo. Ya me lo decía mi abuela: “lo de antes era mejor, hasta el azúcar endulzaba”. Y yo cada vez pienso más como ella.

En 2025 ser tendero, librero o papelero en España se ha convertido en un deporte de resistencia frente a Amazon, Temu, Shein, los multiprecios y decisiones políticas que olvidan al pequeño comercio.
Antes había confianza y ventas; hoy hay grupos de WhatsApp, bancos de libros y una competencia con “dopping incontrolado”.
Busco al tendero ilusionado que aún crea en este oficio y pueda vivir dignamente de él… aunque cada vez me cueste más encontrarlo.

Algunos me dicen que soy negativo, que siempre escribo lo mismo. Puede ser. Pero también pienso: como no nos pongamos las pilas, muchos tenderos, libreros y papeleros no llegaremos ni a jubilarnos en este oficio.

La vuelta al cole ya no es lo que era. Antes eran dos semanas de locura, de no dar abasto ni para respirar. Ahora todo se ha reducido a dos días fuertes y, después, calma chicha.

¿Será que los niños estudian menos? No. Será que Amazon, AliExpress, Temu, Shein y hasta los multiprecios estudian más que nosotros… o mejor dicho, estudian más las reglas y el tablero de juego, encuentran los resquicios que los hacen mejores que nosotros, una competencia imposible de superar. Y claro, con un buen dopping incontrolado, nos ganan el examen.


Antes, la confianza. Ahora, el enlace de WhatsApp

Lo de antes era sencillo: un profesor pedía un cuaderno raro, de esos con pautas Montessori de 5 mm que nadie tenía.

Yo lo encargaba, lo traía, y vendía la caja entera en cuestión de días. El cliente confiaba y hasta esperaba los tres días que tardaba en llegar.

Hoy basta con que un padre listo suba al grupo de WhatsApp el enlace de Amazon y… adiós venta. Me quedo con 12 cuadernos huérfanos en la estantería, esperando que en 2030 algún iluminado los vuelva a pedir.


Castilla-La Mancha y el banco de libros

Y luego están los bancos de libros. Aquí, en Castilla-La Mancha, se inventaron uno que ha borrado de un plumazo a libreros, papeleros y tenderos de la ecuación.

¿Por qué no inventaron un banco de zapatillas de deporte? O de videoconsolas. No, eso no. Eso no interesa. Pero en los libros, sí: con la excusa de ahorrar a las familias, se olvidaron de que también existíamos nosotros. Como si sobráramos.

Entiendo que los libros cuestan dinero, pero luego ves lo que se gasta en móviles, ropa o videojuegos y piensas: ¿de verdad no había otra forma?

Por ejemplo: cheques canjeables en librerías locales, o que los propios libreros gestionaran el banco junto con los colegios. Había maneras de hacerlo sin destrozar una parte tan importante de nuestro trabajo. Pero nadie quiso escucharlas.


El tendero de 2025

Y a todo esto, súmale lo de siempre: impuestos, licencias, multas en cuanto te descuidas, lo difícil de tener trabajadores, y esa sensación constante de que el pequeño comercio es un superviviente, no un negocio.

Lo nuestro, más que un trabajo, parece un deporte de resistencia.

Por eso me pregunto: ¿queda algún tendero con ilusión? Porque yo no lo conozco. Hablo con compañeros, con autónomos, con otros libreros y papeleros, y todos me dicen lo mismo: “cada vez es más cuesta arriba”. Nadie habla bien de su negocio. Nadie.


Alegato por el tendero ilusionado

Y sin embargo, yo quiero creer que ese tendero existe. Que hay alguien que sigue disfrutando de abrir la persiana, que ama su trabajo, pero que también se guarda tiempo para su ocio y su familia.

Un tendero que al final del año saque un beneficio económico digno, porque no olvidemos que detrás de la ilusión está el riesgo: arriesgamos nuestro patrimonio, nuestro tiempo, y trabajamos muchas veces el doble que otros.

Si el salario mínimo interprofesional en 2025 son 1.184 € brutos en 14 pagas (unos 1.381 € en 12 pagas), el coste real para la empresa se queda en más o menos 1.800 € al mes.

Pues bien, lo justo para un tendero sería multiplicar esa cifra:

  • ×2 porque trabaja el doble.
  • ×3 por el riesgo que asume.
  • ×4 porque habrá meses malos en los que no cobre —estoy seguro de que habrá rachas malas en las que no cobraré nada—.

Hagan la cuenta: 1.800 € × 4 = más o menos 7.200 € al mes. Sí, lo sé, suena a locura. Pero ¿acaso alguien cree que abrir cada día un negocio, arriesgar tu dinero, tu tiempo y tu futuro, debería valer menos?

Ese sería el tendero ilusionado que yo quiero encontrar: no un héroe romántico que se conforma con sobrevivir, sino alguien que pueda vivir dignamente de su trabajo, sentirse orgulloso de él y, además, tener ilusión de futuro.

Así que si existe, que me lo diga. Que me lo escriba. Que me lo deje en comentarios. Porque yo de momento no lo encuentro… y me encantaría equivocarme.

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